La pandemia, los múltiples roles, el encierro, aislamiento social, falta de movilidad, incertidumbre, carga financiera, sumada a las variables personales y sociales, hace que hoy más que nunca, estemos expuestos a factores externos que nos pueden desencadenar cuadros de estrés agudo.
A veces no nos damos cuenta de cómo estamos realmente, ya que es un tema que se va acumulando y suele aparecer de forma silente, afectando nuestro bienestar y rendimiento. En parte, esto se debe a que en nuestra cultura las dolencias físicas están disociadas de nuestro ámbito emocional. Cuando algo nos duele o no funciona bien tendemos a “solucionar” o “reparar” pero no a indagar en el origen de lo que nos pasa.
“Un 80% de teletrabajadores en Chile manifiesta sentir un alto nivel de estrés”.
Encuesta Trabajando.com, Junio 2020
Hoy más que nunca se torna muy importante poner atención a las señales que el cuerpo nos brinda para indicarnos nuestro nivel de estrés. Y más importante aún, aprender estrategias para poder minimizar aquellos efectos.
¿Te ha pasado que despiertas como si no hubieras dormido o sientes que no descansas pese a que puedas dormir muchas horas?; ¿estar desconcentrado(a) o requerir mucho esfuerzo para focalizarte?; ¿sientes que estás más olvidadizo, poco creativo para resolver problemas?; ¿aumentando tus errores?; ¿tienes inestabilidad en tu ánimo, te sientes adolorido(a) o te cuesta avanzar en lo que te propones? Son sólo algunas de las señales que no siempre asociamos al estrés.
Siempre tendremos situaciones externas que nos “estresen” o saquen de nuestro equilibrio. El estrés es una reacción normal, esperada, evolutiva y necesaria. El problema surge en reconocer cuándo y por qué se vuelve patológico, y esto depende principalmente de la calidad de respuestas adaptativas que desarrollemos y del tiempo que estemos bajo estrés.
Por ejemplo, si hacemos deporte para aliviar la tensión, tendremos mejores recursos tanto físicos cómo intelectuales para afrontar el problema que nos estresa, por otra parte si consumimos drogas, alcohol o incluso comer en exceso para aliviar la tensión, agregamos más neurotóxicos al organismo, yendo en desmedro de la respuesta física e intelectual, que incluso, puede aumentar los problemas y situación de estrés en la que nos encontramos.
Cuando estamos en un estado normal o sin estrés, podemos ser inteligentes, creativos, empáticos, tenemos la capacidad de resolver problemas de forma correcta. Al estar alerta durante mucho tiempo, sólo seguimos secretando cortisol (al inicio de la sensación de estrés se secretan otras hormonas) siendo por sí sola una hormona muy dañina, ya que disminuye nuestras facultades más elevadas asociadas a la inteligencia, creatividad, capacidad de empatía, de resolver problemas de forma correcta, incluso en estados de estrés agudo disminuye considerablemente nuestro rendimiento, pudiendo cometer errores evitables, lo pasamos mal y en general el entorno se vuelve hostil, afectando negativamente el despliegue de nuestro potencial y de quienes nos rodean. El estrés es contagioso.
Nuestra cultura y formas de vida han normalizado el estrés, la vida sedentaria, los dolores físicos y tener una vida sumamente “ocupada y estresante”. Estudiamos y trabajamos la mayor parte del tiempo sentados; los traslados en su mayoría son mediante vehículos motorizados; el ejercicio físico, si bien es una tendencia en aumento, aún no es un hábito en la mayor parte de las familias. Si a eso le agregamos la cantidad de horas conectados a pantallas (sobre todo hoy en día) y los problemas en los vínculos afectivos que eso genera, tenemos variables perfectas para esta “Pandemia del Estrés” y respuestas o estrategias de afrontamiento “poco virtuosas”.
Foto: @Heykarinwinter
Y ¿qué podemos hacer?. Lo que recomiendan los especialistas, es tomar conciencia y darnos cuenta de cómo estamos. Si estás bajo mucha presión y tienes síntomas cómo pérdida de memoria, dificultad para concentrarte, mucho cansancio o derechamente sensación de agobio, es fundamental tomarse una pausa e incorporar alguna estrategia en tu rutina, para de tal manera volver a tu equilibrio y poder seguir trabajando, aprendiendo, estudiando o realizando lo que tengas que hacer. Con tu mejor versión y no con una disminuida por este enemigo silencioso y normalizado.
Lo interesante es que nuestro cuerpo es maravilloso y viene cargado de “programas” para sanarse; el punto importante es que debemos activarlos de manera consciente y continua. Acá te entregamos algunos tips para lograrlo:
En sólo 5 Minutos puedes bajar el nivel de estrés a través de la respiración: Suena súper obvio que tenemos que respirar, sin embargo la mayoría del tiempo lo realizamos de forma equivocada, sobre todo cuando estamos angustiados y/o estresados. La idea es que en ese momento en que estés muy mal, puedas tomarte un tiempo fuera y respirar de esta manera: Inhalar por la nariz, retener el aire en el abdomen unos segundos, y exhalar por la boca. Trata de que la inhalación sea inflando el estómago para poder expandir el diafragma y mejorar la entrada del aire, y luego que el exhalar sea más largo. A partir de la quinta respiración ya te sentirás mucho mejor.
Con 3 minutos a través de elongar y mover el cuerpo, puedes bajar tu sensación de cansancio: Un simple ejercicio puede ser mover tu cuerpo, puedes partir por frotar tus manos por las diferentes partes del cuerpo, a modo de activarlo, luego con simples golpecitos y seguir a través de girar las articulaciones (Tobillos, rodillas, cintura, hombros, codos, muñecas y cuello) hacia un lado y luego al otro haciendo diez repeticiones de forma suave y en la medida de tus posibilidades. Luego estira tus extremidades en la medida de tus posibilidades, siempre con cuidado.
Con 10 Minutos de Conexión puedes comenzar a fluir con tus emociones: Conectarse con las emociones para fluir con ellas y no “quedarte pegado” a través de alguna actividad que te permita conectar contigo mismo, tus emociones y sentimientos, y desde ahí poder centrarte en el manejo de tus respuestas adaptativas frente a los desafíos. Puede ser la meditación, yoga, oración, terapia, conversación, escritura, deporte, lo que sea que te permita distinguir tus emociones, y mejorar las respuestas adaptativas en los momentos de caos, principalmente a liberar energía y emociones.
Esperamos que estos simples tips te sirvan para mejorar tu bienestar. No olvides algo que es muy importante: ¡el estrés es contagioso, pero el autocuidado y felicidad, también!.
Estaremos publicando más herramientas y conceptos en este blog. ¡Comenta!, ¡Comparte!
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